Gastándoselo en libros. El cuidado lo debía tener la familia.
Falló
Una segunda ocasión
Comprando el órgano y la guitarra.
Quiere romper este país. Las nubes sondean el tanatorio reflectante. Un par de chicos se acercaron. Sobre las seis y media.
-Cada día estoy buscando una cosa distinta -le contestó al hijo de puta de su hermano-.
-Relatos alternos más allá del problema. Tú problema.
Yo apenas lo tomé. De hecho, se voló.
Se mezcló con el tabaco y nos la comimos. ¿Estaremos seguros aquí?
-¿Otra vez? –rezongó tía Matilda-. Sois lo peor.
-Me mato por incapacitarte. Yo no soy psicólogo.
-Me mato por incapacitarte. Yo no soy psicólogo.
De vuelta a la casa, Freddy y A. C. se burlaron de ellos, pero el ruido de madera rota llenó el camión.
-Cada minuto un milagro tajante. Lo último que pudimos decir.
El ascensor se detuvo en la planta baja y salió de él perdonándose por un segundo diciendo esas palabras. Escoge diez seguidas. El pelo perfecto, la tarde radiante. Estudia, vive, y remata al jardinero. Cuelga a los de la clínica. Me llama. Me predispone.
El ascensor se detuvo en la planta baja y salió de él perdonándose por un segundo diciendo esas palabras. Escoge diez seguidas. El pelo perfecto, la tarde radiante. Estudia, vive, y remata al jardinero. Cuelga a los de la clínica. Me llama. Me predispone.
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