Un ambiente estupendo; un día de fiesta para certezas
ontológicas. ¿Recordáis que estábamos en el
taller meneando la cabeza, y yo pertenecía a una pandilla de posibles secretarios
justicieros, y alguien me golpeaba alegremente la espalda? Ah, los países proscritos -pienso-. Dueño del curioso hotel, estaciono el Cadillac formando una T en una gran librería.
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