Voy más lejos
Llego con los niños por el oeste. Me aproximo al parque; los
niños me empiezan a tocar las narices. Cuando llegué aquí hace cuatro años apenas podía caminar o dormir. Me han operado muchas veces y de un tirón. A mí me gustan mucho los calmantes. Nunca me faltan. Doy la cara, hago análisis, pierdo análisis. Juego en
casa. Adivinamos que todavía anda por este barrio, y mientras la
policía se divide para buscarnos por la
provincia, nosotros, en realidad, estamos vigilando el patio. En la vida hay
que tener vigilantes. Os voy a demostrar que no hace falta.
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