TEATRO, MICRÓFONOS Y NUEVAS TECNOLOGÍAS

domingo, 8 de enero de 2012

EL CHAVA FLORES




Voy con mi camello por el desierto. Voy, pensando poner en marcha varios poblados. Dos, tal vez, tres; probablemente cuatro. En un momento dado, riño al camello por una minucia. Anda hijo puta –me dice el camello-, que hasta ese instante nunca le había escuchado comentar nada. Hago como que nada he oído, pero lo he escuchado de sobra. El desierto por el que avanzamos debe ser bastante grande y ejemplar. Me entran unas progresivas ganas de mear. Hago que el camello se detenga, me bajo y como no hay nada para sujetarlo lo ato a mí, mientras me desahogo acordándome de cosas. Simultáneamente, con la mano libre, me toco unas monedas que llevo en el bolsillo. El camello me mira de reojo, de una manera extraordinaria en la que creo distinguir cierta ilusión. Me la meto mirándolo. Me vuelvo a montar y arrancamos. La justicia es lenta -por fin, le contesto-, y cargada de emoción.




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