Inútil del lado izquierdo, por un cañonazo, como muchos
autores de su país, en los proverbios inferidos a partir de esa prédica a sus
paisanos se presume el homicidio tradicional. El único rasgo que triunfa le
condena. Cualquier digresión lo desfigura. Si la originalidad de los furtivos
sueña un género luminoso y sin novedad, con él obtenemos la temeraria súper claridad
de siempre y cierta dulzura submarina ante la vecindad sigilosa de unos
párrafos definitivos y enfermos, que cambiaría constantemente. En sus movimientos elude las
subdivisiones de la memoria porque le sale así. El trayecto ocupa su éxtasis
que es el único principio del espacio; ambiguo alumno descubre la verdadera
entidad de sus municiones en las sustancias infinitas. Inagotable, adivina la
cronología exacta y natural de los acontecimientos, cantándose a sí mismo. Es el
rigor nacido de sus translecturas botánicas. Estocolmo insípido, intuyó
desengañado, cual apóstol de la economía. Su codicia hiperbólica es lo que, hoy
por hoy, nos salva. Ya fugitivo, sólo razonaba, el miserable, en sus conversaciones
con el coche propio. Se va, pues, la frescura de una personalidad desdeñosa, desde
el potencial de la brava pulpería de tío Rogelio. Un futbolista menos.
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