para Alexei Panshin
Llego engañado a la playa. Prefiero mirar descampados donde mis silbidos más chungos van siempre a las parejas. O peinar la habitación rascándome en la puerta; siempre vacaciones duras. Mandarte otro dedo suyo y otro, hasta que chocaran. No te muevas, chico de vacaciones. Cielo. El carnet. PISCINUCHAS: Nos fuimos arriados por encima de la borda, como era tradicional con los batiscafos de la Tierra. Se acercó a mí debido a que no tenía a nadie más. A esa edad, no había descubierto aún los principios básicos del trato social. Al ser presentada a alguien, se tomaba un exceso de confianza con demasiada rapidez. Y si la reciprocidad no era absoluta, lo consideraba una traición. Cuánto más favorable fuera la respuesta inicial, más dolorosa resultaba la herida cuando era inevitablemente traicionada. No tenía amigos, desde luego.